Alex y Pablete han vuelto a pasarse por aquí para contar una nueva historia. Les dejo la palabra, para que dejen volar de nuevo su imaginación.
Tania y Eva quieren ser astronautas, cada día se tumban en el suelo del patio del cole a ver el cielo y sueñan que surcan las estrellas, ellas dicen que las ven, aunque a la hora del recreo las estrellas se hayan ido a dormir. Por las noches Tania y Eva cuando están en sus camitas calentitas piden a su mamá o a su papá que les cuente un cuento, un cuento de mundos diferentes y extraterrestres verdes de un solo ojo. Después Tania y Eva se quedan dormidas y sueñan con el cuento. El otro día, se quedaron dormidas oyendo un cuento precioso, en el cuento, su papá les contaba como habían despegado en una nave espacial roja y plateada. Entonces, aterrizaron en un planeta, donde toda la tierra era fría y los árboles parecían de galleta. Había un río color chocolate y las nubes parecían que se podían comer. ¿Donde estaban? Tania, que era muy curiosa se acercó al río y metió despacito un dedo dentro, entonces, se lo metió en la boca y al probarlo, rápidamente comenzó a comer más y más, el río no solo tenía color chocolate, si no que era de chocolate entero. Eva, al verla probó una ramita del árbol, que sabía a galleta y después probó un poco del suelo frío, que sabía a polo de limón. Las hermanas comieron de todo, cada cosa que probaban estaba más rica, incluso de un salto, llegaron a coger un trocito de nube de algodón de azucar. Entonces a Tania le empezó a doler mucho la tripa y a Eva también, se quejaban de su barriga continuamente y cuando estaban en el suelo sentadas se despertaron de nuevo en sus camitas calentitas y decidieron que si alguna vez volvían a ese planeta, no serían tan golosas y tendrían más cuidado
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