lunes, 19 de julio de 2010

Verano

Julia solía pasar los veranos con sus padres, en un pueblo costero donde iba a la playa con amigos que había hecho desde pequeña, pero ese verano iba a ser distinto, muy distinto. Papá estaba malo, y mamá y el se quedarían en Madrid, pero Julia iría a casa de la tía una hermana que llevaba a papá casi 20 años y era viuda de el que había sido un gran empresario y que le había dejado una gran fortuna.El tren la dejó en la estación a la una y 14 segundos, Se quedó mirando aquel sitio pequeño y de paredes o mejor dicho, pared gris, de pronto, una señora vestida de azul con unos zapatos de tacón grises se le acercó con paso imponente.

-Eres Julia ¿verdad?
-Si.
-Ya, tienes la misma cara de pasmarote que tu madre.
Julia se calló le había prometido a papá no ser borde. Cogio la maleta y siguió a la mujer que se dirigía a un coche negro. Durante el viaje míró por la ventana. Llegó a la verja de una casa enorme y demasiado bonita para esa mujer. En la puerta una chica le cogió la maleta, y la acompañó a la habitación.
Era la chica más guapa que había visto nunca. Tenía el pelo negro, oscuro, y una sonrisa enorme, se movía sigilosa, elegante, y siempre en silencio, complaciente. Tras esa cara que intentaba aparentar la de una chica normal se evidenciaba una inteligencia luchadora. Se llamaba Soledad, era guapa, simpátita e inteligente. Se llamaba Soledad y se sometía replicando siempre dentro del mundo que ella misma había creado. Se llamaba Soledad y tenía la mirada más triste del mundo.Se llamaba Soledad.