contar historias es una manera de hacer que la realidad se parezca más a lo que desearías que fuera.
miércoles, 27 de marzo de 2013
El corazón de la sirenita.
Hace no demasiado tiempo nació a las orillas del océano Atlantico una sirenita de ojos muy claros y tirabuzones rubios, su nombre era Pignoita. Pignoita tenía el don del mar, los ojos del color del agua y el cielo, el pelo con forma de ola y color de la arena. Pignoita era una sirenita alegre y cantarina que hacía sonreír a cualquier pececillo con el que se encontraba. La pequeña sirenita demostró muy pronto ser inteligente además de simpática y con mucha rapidez comenzó a hablar el idioma de las aguas pudiéndose comunicar con todos los seres del mar. Pignoita tenía además un secreto, un secreto que le daba toda su fuerza, si, Pignoita tenía el amor más grande del mundo en su posesión, el corazón de quien más la quería un ser que lo daría todo por hacerla un poco más feliz. Pignoita quería muchísimo a esa persona y guardaba muy bien su corazoncito dándole besitos y haciéndole cosquillas para que pudiera reír incluso cuando las cosas iban mal. Un día un pez poco cuidadoso rompió aquel pequeño corazón que dejó de brillar. Pignoita al verlo se puso muy triste, pero después recordó que ella era la única que podía arreglarlo y sacó fuerzas de su pequeña cola de pez naranja para trabajar. Pignoita pegó poco a poco los trocitos del corazón y lo subió a la superficie para que le diera el sol. Cuando estuvo seco lo apretó fuerte contra su pecho, le dio muchos besos y le hizo cosquillas, poco a poco el corazón volvió a brillar. Pignoa había encontrado la fórmula de que el corazón nunca dejara de brillar.
sábado, 23 de marzo de 2013
Biografía de Rumores.
Nací bruja, muy bruja. Si no ¿Por
qué mi casa era tan grande y mi piel tan blanca? Estaba claro que mis padres
eran brujos y habían hecho una casa grande con su magia oscura. Se habían
comido a los vecinos y habían destruido las casas de alrededor con un conjuro,
por eso mi casa era tan grande. Yo había nacido hechicera también, por eso mi
piel era blanca y mis ojos verdes, mi
pelo tan oscuro y yo tan delgada pero con una nariz grande, de bruja; por eso
era tan FEA. Siempre lo decían en el colegio. Después dejé de ser bruja, pero
entonces fue peor aún, porque, cuando llegué al instituto pasé a ser una
GUARRA, sí, eso pasé a ser. Me lié con ocho tíos en una misma noche y no
conocía a ninguno, con uno de ellos llegué a más, no fueron solo besos y además
lo hicimos sin preservativos porque no teníamos. Después, cuando estaba en el
último curso me lié con el profesor de alemán, sí con ese mismo profesor de
cincuenta años, calvo casado y con cinco hijos, el mismo que pertenecía al OPUS
DEI, sino ¿Cómo explicar mis continuos dieces en alemán? El día de la graduación volvimos a liarnos,
nos pilló su mujer y por eso pasé casi toda la noche hablando con esa señora
alemana madre de los cinco hijos de mi profesor. Después empecé la universidad,
entré en la carrera que quería porque mi padre tenía contactos en la
universidad y alguien me subió la nota en la selectividad. En la carrera los
trabajos los aprobaba porque había un profesor que me pasaba todos los trabajos
hechos, de todas las asignaturas. Además, empecé a salir con la hija del
decano, que tenía diez años más que yo y estaba casada con un profesor de la
facultad, tenían un hijo de cuatro años y una hija de dos. Empecé a trabajar de camarera en un bar de
copas, yo no sabía poner copas, pero el dueño era primo de un vecino mío y me
colocó, por eso al año siguiente era encargada. La beca Erasmus que me dieron
cuando estaba en tercero para ir a Dublin un año no fue por méritos propios,
sino porque mi tía trabajaba en la facultad de filosofía y letras. Cuando acabé
la carrera pasé dos años trabajando con contratos basura, hasta que me contrataron, si lo hicieron
tan pronto no fue porque mis notas en la carrera hubieran sido excelentes,
hablara tres idiomas y hubiera ganado dos años de experiencia matándome por un
suelo que no merecía tanto esfuerzo, sino porque mantuve una relación
esporádica con el director del departamento de recursos humanos en la
entrevista de trabajo. Tres años más tarde
comencé a salir con el jefe de la empresa y por eso me hicieron fija. Cuando
cinco años después me casé con un chico que había conocido en Dublín y con el
que había mantenido una relación seria desde entonces nadie lo creyó. Pero
claro ¿Quién iba a hacerlo? Mi vida era tan interesante, contada de boca en
boca que nadie pensaba que a los treinta fuera a casarme con la persona a la
que amaba.
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