domingo, 18 de agosto de 2013

Encuentros

Ese dicho: se ha juntado el hambre con las ganas de comer... Los rizos y el pelo liso, el atlántico y el mediterráneo,  la paella y el cazón en adobo. Genial, debes saber que es genial, verte, sentirte, escucharte, aprenderte... sentirme identificada con alguien que en muchos aspectos es tan distinta. Ha sido fantástico aportas tanto, aportáis tanto... cuando encuentras gente así, como tú solo hay una frase: GRACIAS A LA VIDA y gracias a ti. Ojalá se repita pronto, muy pronto

martes, 13 de agosto de 2013

Cuestión de pisar los charcos

-Señorita se ahoga usted en los charcos, esos que intenta saltar, esos que intenta hacer creer que no le mojan...
-Lo sé.
-¿Su solución?
-...
-¿Aprender a nadar?
-No es el remedio aprender a convivir con el problema
-Y si lo sabe... ¿Por qué narices lo intenta?
-Porque todo es posible...
-Frase de...
-Charcos, lagunas querrá decir.
-Aún así no son océanos, ni usted pez.
-¿Que propone?
-Pisar fuerte y comprarse botas de agua. Verá usted que son solo charcos.
-¿Y si aún así me mojo los pies?
-Quítese las botas, seque los calcetines y busque otra solución.
-¿Problema? Solución.
-Frase de sol.

lunes, 5 de agosto de 2013

cuestión de priorizar

Salia sin peinar la mitad de las veces,  toda llena de enredos, la otra mitad recogía su larga cabellera en una cola alta llena de imperfecciones.  Si alguien comentaba algo solía contestar que estaba demasiado ocupada para dedicar su tiempo a una maraña de pelos que algún día acabaría por rapar. Tenia los ojos cansados de leer papeles y solo se le calmaba ese cansancio con una buena novela que contase suficientes mentiras como para olvidar que se podía decir la verdad.  Estaba ocupada en crecer intentando no superar ese metro ochenta y cinco que tanto echaba para atrás a los chicos que conocía; por suerte solo un diez por ciento de ellos podía merecer la pena. Peto a él se lo encontró de frente una mañana mientras compraba chicles en el kiosco situado en la esquina de casa. Él no tenía pelos para llevar despeinado pero lucía la camisa sin planchar. Ella se fijó y él dijo que estaba demasiado ocupado para planchar un trozo de tela que algún día se rompería. Él tenía la vista cansada de tanto dibujar y meses después descubrió que solo se le pasaba haciendo retratos de ella. El se acostumbró a llevar camisetas y ella rapó su melena. Porque una vez que se conocieron solo quisieron tener tiempo para amarse y crecer