miércoles, 27 de marzo de 2013

El corazón de la sirenita.

Hace no demasiado tiempo nació a las orillas del océano Atlantico una sirenita de ojos muy claros y tirabuzones rubios, su nombre era Pignoita. Pignoita tenía el don del mar, los ojos del color del agua y el cielo, el pelo con forma de ola y color de la arena. Pignoita era una sirenita alegre y cantarina que hacía sonreír a cualquier pececillo con el que se encontraba. La pequeña sirenita demostró muy pronto ser inteligente además de simpática y con mucha rapidez comenzó a hablar el idioma de las aguas pudiéndose comunicar con todos los seres del mar. Pignoita tenía además un secreto, un secreto que le daba toda su fuerza, si, Pignoita tenía el amor más grande del mundo en su posesión, el corazón de quien más la quería un ser que lo daría todo por hacerla un poco más feliz. Pignoita quería muchísimo a esa persona y guardaba muy bien su corazoncito dándole besitos y haciéndole cosquillas para que pudiera reír incluso cuando las cosas iban mal.  Un día un pez poco cuidadoso rompió aquel pequeño corazón que dejó de brillar. Pignoita al verlo se puso muy triste, pero después recordó que ella era la única que podía arreglarlo y sacó fuerzas de su pequeña cola de pez naranja para trabajar. Pignoita pegó poco a poco los trocitos del corazón y lo subió a la superficie para que le diera el sol. Cuando estuvo seco lo apretó fuerte contra su pecho, le dio muchos besos y le hizo cosquillas, poco a poco el corazón volvió a brillar. Pignoa había encontrado la fórmula de que el corazón nunca dejara de brillar.

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