Se conocieron en un vuelo Madrid-Bruselas. Ella tenía el 23A,
él el 23B. Charlaron un rato… ella era de Toledo, él de Fuengirola. Ella
viajaba por trabajo, él por placer. Él estaba casado con un amor de
adolescencia que se había convertido en un cariño acompañante. Ella tenía un
hijo diecisiete años menor, él siempre quiso una hija que nunca llegó. Ella
tenía 25, él tenía 52. Eran diferentes… pero se cayeron bien. Se dieron los
correos y comenzaron a chatear de cuando en cuando. Ella se convirtió en su
consejera, él se convirtió en su ilusión. Sin saberlo tenían la receta para un
amor platónico perfecto. Un sentimiento desbocado que no se sabía de donde
nacía… distancia, vidas opuestas,
tiempos paralelos…. Todo lo necesario para no estar nunca juntos. Solo les
faltaba una cosa, que él la correspondiera en su amor.
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