martes, 3 de marzo de 2015

Benditas mañanas

Me desperté al oirlo levantarse... esa costumbre suya de inaugurar cada mañana las calles... si aún era de noche! Cerré los ojos al ver que se acercaba a mí, me besó la frente y los labios con una delicadeza infinita. Lo escuché trastear en el baño y lo imaginé saliendo con su ropa de deporte. Me quedé muy quieta cuando de nuevo se acercó a besarme antes de irse. "te quiero" le escuché decir en un susurro quedo, por miedo a despertarme... a mí, que solo la ausencia de su aroma me quitaba el sueño... "Y yo a ti, cuidate", pensé mientras lo veía marchar. Cuando volvió yo llevaba ya bastante rato dormida de nuevo. Esta vez entró dispuesto a despertarme. Me besó con más ganas y más fuerza que antes, como si fuese el último beso que me iba a dar. Me susurró al oido "anda dormilona, vamos a ducharnos..." Remoloneé unos segundos antes de ir a su encuentro. ¿Dormilona? No eran ni las ocho...
Cuando acabé de vestirme el estaba sentado ya con su traje tomando café. "¿Qué piensas hacer toda la mañana? ¿No te aburre librar los lunes?" Me dijo con cierto tono de envidia... "Pienso descansar, yo que puedo." Le dije mientras el imitaba un gruñido. Rompí a reir mientras me servía el café. Me senté junto a él hasta que tuvo que irse a trabajar.

A las dos y media lo llamé:
- ¿Donde estás?
-Cruzando el portal.
-Vale, gracias.

La sorpresa que le había preparado durante toda la mañana es otra historia diferente.

No hay comentarios: